jueves, 28 de agosto de 2014

Selfie, dronie, ¡Que pase el siguiente!


Casi siempre vemos lo antiguo como algo inútil e inservible, asociado a la nostalgia y el recuerdo, pero es un hecho que todo lo antiguo era más concreto, real, se podía tocar, cambiar su forma, innovar…

Es algo muy opuesto a lo que ocurre actualmente. La mayor parte de nuestra vida actual es virtual, basada en programas o aplicaciones informáticas que son una simulación de la realidad.

Una fotografía tomada con un teléfono celular puede llegar a todo el mundo en cuestión de segundos y todos nos alegramos por eso. ¿Pero que nos queda de eso?  ¿Cuál es el resultado de llegar más lejos, más rápido?

Sin darnos cuenta, una gran parte de los seres humanos nos hemos sumado a una especie de corriente que vive tras el teléfono con más aplicaciones, el televisor más plano, la tableta con más funciones… y cada día los actualizamos para no quedar atrás.

En los años 80, un famoso humorista chileno, “Coco” Legrand, satirizaba sobre la vida moderna. “No puedo atenderte porque estoy apurado. No sé a dónde voy, pero estoy apurado”… jajaja

Ahora, nos encontramos terminando la era de la “selfie”, la moda del autorretrato captado con el teléfono celular, que practicaron los jóvenes, las estrellas, los artistas, e incluso los líderes políticos y religiosos.

Hoy está empezando una nueva moda. Las “dronie”, fotografías autorretrato tomadas desde los drones ubicados a baja altura sobre la persona.

La pregunta es ¿Cuál será la siguiente moda a la que todos adheriremos?, ¿Cuál será la aplicación más popular el próximo año? ¿Cuántas horas dedicaremos a actualizar nuestras miles de aplicaciones?

En casa tengo un libro de historia aeronáutica de Chile que era de mi abuelo. Es de 1950, mide 50 cm de alto y debe pesar unos 10 kilos. Cada vez que lo abro y siento ese olor a humedad, a museo, y busco un lugar donde afirmarlo para poder hojearlo, siento un contacto que es único en el mundo. Se trata de un contacto con un ancestro, alguien que era de mi familia, alguien con quien ni siquiera nos conocimos, pero ese libro es un puente que nos une, porque a fines de los años 40 mi abuelo miró esas mismas hojas que yo estoy mirando hoy en 2014.

No creo que exista una aplicación que nos permita comunicarnos con nuestro pasado (algo así como una tabla Ouija). Pero creo que debemos ser más conscientes en utilizar la tecnología y su masificación como una herramienta útil, que nos haga más humanos, y no que la tecnología nos use a nosotros.

Debemos ser más minimalistas en nuestra vida diaria: no necesitamos un teléfono con 10 aplicaciones distintas de GPS, o usar waze para ir al supermercado de la esquina, o revisar nuestro twitter cada dos minutos.

Estamos viviendo una época privilegiada en tecnología y comunicación, podemos progresar en un día lo que antes tomaba 100 años. Pero debemos estar conscientes de lo que hacemos para permanecer en la cúspide de la escala evolutiva y no ser destronados por nuestra creación.

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